
Redes sociales, Donald Trump, Elon Musk y las narrativas de odio
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Introducción
Las redes sociales han transformado la comunicación política en el siglo XXI, convirtiéndose en espacios donde el debate público se amplifica y manipula, donde las narrativas de odio, la desinformación y la polarización encuentran terreno fértil. La era digital ha sido marcada por figuras como Donald Trump y Elon Musk, cuyos discursos y decisiones han redefinido los límites de la libertad de expresión y la moderación de contenido.
Como explicaba Irene Lozano en un artículo reciente para Diario.es, los actuales golpes al poder no huelen a pólvora, dado que éstos discurren en los entornos virtuales: “No pienses en detenciones materiales. No deduzcas que verás pañuelos o mordazas cerrando bocas, esposas encadenando muñecas, grilletes atando pies. Imagina cómo acallarías voces incómodas de periodistas u opositores en el mundo virtual. Observa ese algoritmo que sólo tiene que sepultarlas en la insignificancia, para que no interrumpan el agradable paseo triunfal de la victoria, algo parecido a la voz ubicua del Gran Hermano de Orwell, pero deslizándose por la palma de tu mano en un scroll infinito”, decía Irene Lozano.
Lo anterior es también materia de profundo análisis en el libro La rebelión del algoritmo, publicado por Kercentral Magazine - Editorial.
La ultraderecha, los bulos digitales y la información falsa han encontrado en las redes sociales una herramienta poderosa para su difusión, lo que ha generado un debate global sobre los límites de la regulación y la responsabilidad de las empresas tecnológicas en la protección o eventual destrucción de la democracia.
En esta entrada del blog La editorial independiente hablamos sobre el papel de Donald Trump y Elon Musk en este ecosistema digital, el impacto de las narrativas de odio y las estrategias de desinformación utilizadas en la era de la hiperconectividad.
Donald Trump y Elon Musk: dos imágenes de la guerra en la era digital
Donald Trump es, sin duda, un caso de estudio en comunicación digital y política, por su utilización estratégica de las redes sociales. Desde la llegada del magnate a la presidencia de EE.UU. en 2016, utilizó X como un canal directo para bypassear a los medios tradicionales, construir una narrativa propia (de hecho, una reescritura de la realidad) y movilizar a su base electoral.
Su retórica, caracterizada por la utilización de mensajes incendiarios, teorías de conspiración y ataques a opositores, reforzó un clima de polarización en el que la desinformación jugó un papel clave. El clímax (uno de ellos) de su influencia digital llegó el 6 de enero de 2021, cuando su discurso en redes sociales fue señalado como un factor determinante en el asalto al Capitolio.
“Donald Trump representa un caso paradigmático de la utilización estratégica de las redes sociales para construir y mantener una base política sustentada con información tergiversada. Al adoptar un lenguaje directo y polarizador, sus publicaciones en plataformas como X (desde antes de ser suspendido) no solo movilizaban a sus seguidores, sino que también desafiaban las normas de la comunicación política tradicional. Trump exacerba el estado de ánimo de quienes escuchan, juega al ocultamiento a través del sobredimensionamiento del ruido y su propia imagen, sobreinvestida de esa clase de heroísmo tan propio del imaginario popular estadounidense." (La rebelión del algoritmo. Salud mental en el imperio de lo digital)
Y tenemos a Elon Musk, la viva imagen de la radicalización psicópata en las filas de la cultura corporativa, una de las auténticas simbolizaciones de los nuevos fascismos.
En octubre de 2022, Elon Musk compró Twitter por 44.000 millones de dólares con la promesa de convertir la plataforma en un espacio de "libertad de expresión absoluta". Su llegada marcó un cambio radical en las políticas de moderación, con decisiones como restablecer cuentas de figuras extremistas, incluida la de Donald Trump. Pero también reducir la moderación de contenido, lo que ha incrementado la difusión de discursos de odio. Y no olvidemos la implantación de X Premium, lo que ha permitido que cuentas desinformativas paguen por mayor visibilidad.
El impacto de estas decisiones ha sido significativo. Según un informe de Center for Countering Digital Hate (CCDH), los discursos de odio en X aumentaron un 60% tras la llegada de Musk.
Musk defiende su modelo como una apuesta por la democratización del debate, mientras que sus críticos advierten que ha convertido la plataforma en un espacio sin control, donde la desinformación y las narrativas extremistas proliferan sin restricciones.
La política corporativa de Musk, tan encuadrada en el proyecto ultra de Trump, es signo de un nuevo fascismo e imperialismo capitalista para el que las ciencias sociales y los sectores progresistas no están totalmente preparados.
Uno de los problemas que enfrentamos es este: la movilización electoral lograda a través de la exaltación emocional y el sesgo en redes sociales involucra una dosis muy grande de ignorancia, desprotección y manipulación psicológica. Hablamos de tres factores que pueden desbordarse y hacerse incontrolables.
“Caben pocas dudas sobre la fragmentación y polarización de la información en redes sociales. Este fenómeno surge por el diseño algorítmico que prioriza contenido sensacionalista, emocional o que confirma sesgos previos. En un sentido marxiano, podríamos decir que las redes sociales instrumentalizan la interacción humana en beneficio del capital, monetizando la atención a expensas de la calidad de la información. Slavoj Žižek lo llamaría un caso claro de fetichismo digital: el medio se transforma en un fin en sí mismo (ocultando sus condiciones de reproducción), despojando de sustancia a la comunicación, mostrando la realidad como algo distinto a lo que realmente es” (La rebelión del algoritmo. Salud mental en el imperio de lo digital).
Narrativas de odio y la ultraderecha en redes sociales
Las redes sociales han sido clave en la expansión de las ideas de la ultraderecha, gracias a algoritmos que priorizan el contenido emocional y polarizador. ¿Cómo se ha fraguado este “asalto al poder” desde los universos digitales?
En primer lugar, con la desinformación emocional, buscando reforzar sesgos algorítmicos que originan indignación y exaltación. Lo anterior se amplifica con el reclutamiento de figuras mediáticas que legitiman discursos radicales. Y posteriormente tenemos un bombardeo continuo de memes y lenguaje digital, es decir, mensajes en formatos breves y virales que simplifican discursos complejos.
Casos como Vox en España, Bolsonaro en Brasil y Trump en EE.UU. muestran cómo la ultraderecha ha capitalizado el ecosistema digital para movilizar votantes, desacreditar a adversarios y generar sensación de crisis permanente.
Reflexionemos sobre lo siguiente: Allanado el camino de las narrativas de odio propagadas en redes sociales, gracias a los sesgos algorítmicos y a su propia arquitectura, llega el momento de un tipo de realismo político que, en este preciso momento, está convirtiendo en objeto de debate lo que hace poco era sencillamente impensable.
Esto se escribía desde el editorial de Diario Red del pasado 6 de enero del 2025, sobre los planes de la Administración estadounidense para la Franja de Gaza: “De repente y simplemente porque Donald Trump había decidido cruzar la línea roja y enunciarlo públicamente, algo que previamente era una aberración, la limpieza étnica de dos millones de personas, después del asesinato industrial de más del 2% de esa misma población y la destrucción de la mayor parte de sus viviendas, con el objetivo de construir un condominio turístico para millonarios, una propuesta abiertamente nazi, se convertía en algo debatible.”

No tengamos dudas, en lo impensable que se convierte en debatible tienen mucho que ver las batallas libradas en los universos digitales, entre ellos las redes sociales.
Desinformación y bulos digitales: armas de manipulación masiva
La desinformación es una herramienta clave en la lucha por el control del discurso público. Se ha demostrado que las noticias falsas tienen un 70% más de probabilidades de ser compartidas que la información verificada (MIT, 2018).
Entre las estrategias más comunes vemos estos fenómenos, que hoy deben encender las alarmas por ser amenazas a los procesos democráticos:
- Fake news sobre procesos electorales: Alegaciones de fraude sin pruebas, como las promovidas por Trump en 2020.
- Desinformación médica: Campañas contra vacunas, como las impulsadas por grupos conspiranoicos.
- Información manipulada sobre un supuesto radicalismo climático.
- Uso de bots y cuentas automatizadas: Redes artificiales que amplifican contenido falso
¿Regulación o libertad? El desafío de las redes sociales en la actualidad
El debate sobre la moderación de contenido en redes sociales sigue abierto. Mientras que figuras como Elon Musk abogan por un enfoque de "cero restricciones", otros expertos advierten sobre los riesgos de permitir la expansión sin control de discursos de odio y desinformación.
Lo que está claro es que las redes sociales han pasado de ser simples plataformas de interacción a convertirse en espacios de batalla política y cultural, donde la regulación, la ética y la tecnología jugarán un papel clave en la defensa de la democracia en los próximos años. La propuesta de Kercentral Magazine – Editorial es el debate fundamentado, por ejemplo, con la publicación de La rebelión del algoritmo, de Vladimir Carrillo Rozo.
KERCENTRAL MAGAZINE - EDITORIAL INDEPENDIENTE
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